¿Cómo queremos que afecte el ejercicio al apetito?

Mucha gente me pregunta qué peso tiene la nutrición en la suma total del rendimiento del jugador de rugby. Siempre les cuento que es la clave para hacer de un jugador con talento un jugador de alto rendimiento. Y es que el camino de la alimentación sana y limpia te lleva a mejores hábitos en general, como una espiral positiva que hace que los deportistas mejoren en muchos ámbitos: mejor recuperación, mejor movilidad, mejor sueño, etc.

Y aunque no todos los consejos que les damos a un deportista de élite sirven para un deportista popular, los efectos de cambios en la alimentación encaminados a una alimentación sana y limpia mejoran en el mismo sentido: mejor movilidad porque nuestros tejidos están mejor «alimentados» y más sanos, mejor recuperación porque nuestras respuestas inflamatorias son más precisas; mejor sueño porque estaremos menos pesados y nuestras vísceras tendrán menos trabajo nocturno, etc.

Entonces, cuál es la diferencia? Obviamente, la cantidad. Un deportista popular no entrena ni con el mismo volumen ni con la misma intensidad que un deportista de élite lo que implica que el deportista popular debe tener en cuenta su balance energético (lo que ingieres menos lo que gastas, incluyendo en este gasto tu metabolismo basal). Mientras que un deportista de élite sabe como va a ser su entrenamiento como mínimo una semana antes, lo que le permite planificar también su alimentación, un deportista popular tiene que adaptar su alimentación a su vida sobre la marcha (hay días que entrena y hay días que no, hay días que su vida le requiere más actividad y otros más oficina). Es necesario que el deportista popular maneje cómo afectan los diferentes alimentos en su vida deportiva y autoconocerse en ese sentido. Por otro lado es importante vivir la alimentación como algo necesario, no como un premio por haber entrenado. De hecho si entrenas mucho y bien pero tienes malas elecciones a la hora de comer, realmente no te estás dando un premio, estás tirando todo el trabajo a la basura. Al final se trata de no comer más de lo que tu cuerpo necesita y tu cuerpo no es el de Michael Phelps.

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En este sentido tal vez necesitamos un cambio de mentalidad:

1º tu cena no puede ser un premio al entrenamiento

2º porque el entrenamiento es el premio en sí mismo. Seguro que consigues buscar la actividad que realmente te entusiasma, correr, nadar, levantar en el gym, jugar al baloncesto… El ejercicio debe ser algo placentero, no algo a compensar.

3º El ejercicio y sus efectos se ven a largo plazo, con los hábitos en alimentación es igual, si eres fuerte repitiendo hábitos, tu cerebro tendrá un «re-cableado» que hará que esos hábitos sean estables.

Qué has hecho hoy, importa en lo que comas hoy y mañana. Piensa en balance energético…

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